sábado, 17 de marzo de 2018

ESA TERNURA QUE TAN SOLO EL PUEDE DAR...

Capilla del Santísimo en nuestra parroquia
El domingo pasado, 11 de marzo, al terminar la misa de doce, tuve la ocasión de encontrarme con un Señor que acompañado de su hijo mayor, vino a misa haciendo un esfuerzo, pues ya no vive en los límites de la parroquia y no puede venir  cuando el lo desea, depende de su familia para poder moverse. Según me contó  hacia mucho tiempo que no venia  por las causas que hemos apuntado
 Lo cierto es que Francisco  me avisó de que permanecía en la iglesia  después de que la misa había terminado y todos  se habían ido... Este señor  debió  decirle  que el había colaborado  en la construcción de la iglesia y que satisfaciendo su deseo, su hijo, le había acercado... necesitaba volver 
 Me fui hasta el, me presenté como el párroco,  me senté en el banco y conversamos mientras el hijo permanecía de pié; le pregunté, sabiendo ya el motivo de su visita y de su resistencia a abandonar el recinto, por todo lo que había significado para el colaborar  con don Jesús en la construcción del templo; tuve la ocasión de darle las gracias por el regalo que nos habían hecho y que ahora nosotros podemos disfrutar; el sonreía  complacido y agradecido... Cuando decidió  abandonar la iglesia ,siempre acompañado por su hijo, poco a poco, pasito a pasito, traspuso la puerta mientras yo miraba de pié desde donde estaba, me emocioné y rumié un ¡¡gracias señor!!.   Me fui a terminar de recoger para  cerrar mientras pensaba para mis adentro lo que este encuentro debió significar para este señor dándome cuenta de que el Señor da alegrías sencillas y recompensas oportunas cuando menos lo esperamos, si somos capaces de volver sobre nuestros pasos y le  buscamos de alguna forma.
 Volver a la iglesia después de mucho tiempo, se le hacía necesario, necesitaba  volver, recordar, sentir lo que ha tiempo sintió y le llevo a colaborar de forma desinteresada.
  Y di  gracias al Señor porque descubrí que  nunca, nunca, se queda con nada , que siempre está dispuesto a recuperar y recuperarnos, a darnos ese consuelo y paz  que siempre necesitamos, sobre todo, cuando ya somos mayores y sabemos que solo su ternura es capaz de reconfortar nuestro corazón y que tan solo El nos puede dar.
José Rodrígues Diaz
  Párroco


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