sábado, 10 de febrero de 2018

Una mirada crítica a la globalización, con Zygmunt Bauman

Hace décadas que se está debatiendo si este controvertido fenómeno llamado «globalización» es un paso adelante para llegar a un mundo más justo y menos desigual o, por el contrario, nos lleva cada vez más rápidamente a un desenlace desastroso…
-Era esta una pregunta obligada para el profesor Zygmunt Bauman:
La globalización es un fenómeno irreversible, ya no podemos elegir, sería muy peligroso querer volver al estadio anterior.
El primer punto negativo de la globalización es la sensación de incertidumbre que genera.
Gracias a la comunicación globalizada, cualquier hecho que ocurre en una zona del planeta, por pequeña o desconocida que sea, se conocerá rápidamente en el resto del globo terráqueo.
Esta nueva relación entre causa y efecto mundializada puede crear, y de hecho ya la crea, una sensación de impotencia ante los acontecimientos.
El segundo problema se debe a este desarrollo espontáneo, descontrolado y elemental de estas interconexiones, esta interdependencia entre las personas, es lo que yo llamo: «el divorcio entre el poder y la política».
El segundo problema se debe a este desarrollo espontáneo, descontrolado y elemental de estas interconexiones, esta interdependencia entre las personas, es lo que yo llamo: «el divorcio entre el poder y la política».
«Poder» significa habilidad de conseguir que las cosas se hagan realidad; «política» significa habilidad de decidir qué cosas se deben hacer.
El poder y la política han estado, en este sentido, unidos durante varios siglos en los países modernos. Ahora su matrimonio ha terminado, se han divorciado. Los poderes que tienen la posibilidad real de cambiar nuestras condiciones de vida y que influyen en las perspectivas de vida de las generaciones presentes y futuras están exentos del control político, están residiendo en el «espacio global».
(El sociólogo español Manuel Castells lo define como el «espacio de flujos»).
Sin embargo, la política, política a todos los niveles (gobiernos, ministerios, parlamentos, tribunales supremos y demás), sigue siendo local como antaño. Esto significa que el poder está fuera de su alcance, la política ha perdido su poder, ya que reside en lo que Castells llama el «espacio de lugares». Y él subraya que existen muy pocas conexiones o correspondencias entre los dos espacios.
El resultado es que, por un lado, tenemos los poderes que están liberados de las restricciones, del control de las instituciones políticas. Y eso significa que nosotros, la gente ordinaria, que elegimos a nuestros representantes en el Parlamento, y a través de ellos creamos nuestros gobiernos y demás, no tenemos influencia sobre ese poder: el poder no está bajo nuestro control. O al menos no lo está en su totalidad.
Mientras que, por el otro lado, tenemos la política heredada de nuestros abuelos y bisabuelos, que in-ventaron lo que es hoy la democracia, que inventaron la representación parlamentaria, la división de los poderes legislativos, ejecutivos y judiciales. Pero esta política que tenemos a nuestra disposición está sufriendo constantemente un déficit de poder.
El resultado de este divorcio entre poder y política es que nos sentimos prácticamente desesperanzados. No solo ignoramos lo que va a pasar, sino que además somos impotentes para cambiarlo.
Por lo tanto, el impacto indirecto de la globalización es la crisis actual de las instituciones políticas.
Creo que tanto en España, como en Inglaterra o Francia, al igual que en muchos otros países, la gente ya no confía en sus gobiernos. Y no es así necesariamente porque la gente sospeche que sean corruptos, y que actúen en contra de sus intereses, sino porque no creen que sean capaces de cumplir sus promesas. Los gobiernos son igual de impotentes que nosotros por culpa de esta nueva realidad.
En cuanto al aspecto positivo de esta globalización, todavía no ha llegado.
En cualquier caso está pasando algo muy importante, por primera vez en la historia la idea de «la humanidad» es una realidad.
Ya estamos todos «en el mismo barco», pero lo que nos falta son, de hecho, los remos y los motores para poner este barco en la dirección adecuada.
Un aspecto que podría convertirse, en el futuro, en algo muy positivo, es la abolición de las distancias, las distancias ya no importan.
Estoy aquí sentado, en Leeds, y puedo contactar con mis colaboradores o amigos en Nueva Zelanda igual de rápido que con alguien de Leeds.
Así que las distancias ya no importan, tenemos comunicación a tiempo real. Y este es posiblemente, potencialmente, un cambio muy positivo.
Aunque, sin duda, lo más interesante que está causando la globalización es el cambio de reglas en el fenómeno de la desigualdad.
del libro “Un mundo sin trabajo”
De Rudy Gnutti

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