sábado, 20 de enero de 2018





Papa Francisco en homilía de la Misa en Iquique, Chile: «María se acerca a cada uno de nosotros a decirnos tan solo: «Hagan todo lo que Él les diga»


«Como María en Caná, busquemos aprender a estar atentos en nuestras plazas y poblados, y reconocer a aquellos que tienen la vida «aguada»; que han perdido —o les han robado— las razones para celebrar, los tristes de corazón. Y no tengamos miedo de alzar nuestras voces para decir: «no tienen vino»…  Estemos atentos a todas las situaciones de injusticia y a las nuevas formas de explotación que exponen a tantos hermanos a perder la alegría de la fiesta. Estemos atentos frente a la precarización del trabajo que destruye vidas y hogares. Estemos atentos a los que se aprovechan de la irregularidad de muchos migrantes porque no conocen el idioma o no tienen sus papeles en «regla». Estemos atentos a la falta de techo, tierra y trabajo de tantas familias. Y como María digamos: no tienen vino, Señor»


Papa Francisco a los jóvenes en Chile: «La “contraseña” para estar conectados con Jesús: ‘¿Qué haría Cristo en mi lugar?’»

* «Sean ustedes los jóvenes, se los pido por favor, los samaritanos que nunca abandonan a nadie tirado en el camino. En el corazón, otra pregunta ¿Alguna vez abandoné a alguien tirado en el camino? Un pariente, un amigo, amiga, sean samaritanos nunca abandonen a alguien tirado en el camino. Sean ustedes los jóvenes cirineos que ayudan a Cristo a llevar su cruz y se comprometen con el sufrimiento de sus hermanos. Sean como Zaqueo, que transformó su enanismo espiritual en grandeza y dejó que Jesús transformara su corazón materialista en un corazón solidario. Sean como la joven Magdalena, apasionada en busca del amor, que solo en Jesús encuentra las respuestas que necesita. Tengan el corazón de Pedro, para abandonar las redes junto al lago. Tengan el cariño de Juan, para reposar en Jesús todos sus afectos. Tengan la disponibilidad de Nuestra Madre, la primera discípula para cantar con gozo y hacer su voluntad»


Papa Francisco en homilía de la Misa en Temuco, Chile: «Nos necesitamos desde nuestras. Por eso pedimos: Señor, haznos artesanos de unidad»

* «La unidad, si quiere construirse desde el reconocimiento y la solidaridad, no puede aceptar cualquier medio para lograr este fin. Debemos estar atentos a la elaboración de «bellos» acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados, sí -y necesarios-, pero que al no volverse concretos terminan «borrando con el codo, lo escrito con la mano». Esto también es violencia, porque frustra la esperanza. Es imprescindible defender que una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos «no a la violencia que destruye», en ninguna de sus dos formas»

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