sábado, 5 de agosto de 2017

Los 29 coptos que fueron ejecutados en Egipto, se negaron a renunciar a su fe.

Daesh reivindicó la matanza de peregrinos y obreros en el desierto egipcio
«Somos coptos, no tenemos miedo», fue el cántico de los cristianos egipcios que, entre llantos, despidieron ayer en pequeñas ceremonias en la provincia de Al Minya a las víctimas del último atentado contra esta minoría religiosa en Egipto, reivindicado por el grupo yihadista Daesh. Fueron coptos hasta el final, cuando los terroristas enmascarados –que la Fiscalía egipcia ha cifrado en un comando de seis hombres– hicieron detener los autobuses en los que viajaban al monasterio de San Samuel, en el desierto al sur del país, los encañonaron y les forzaron a renunciar a su fe, según han relatado los supervivientes.
 «Los hombres armados preguntaron a los pasajeros, ¿sois cristianos? Cuando dijeron que sí, les dispararon, y saquearon sus posesiones, robaron las joyas de oro a las mujeres», detalla en un comunicado el obispo «Anba» Agatón, de la diócesis de Margaga, parte de la archidiócesis de Minya (a más de 200 kilómetros al sur de El Cairo) y donde se levanta el monasterio de San Samuel. Según el relato de varios supervivientes, a los cristianos emboscados –trabajadores del monasterio, peregrinos y decenas de niños de viaje con la parroquia– se les instó a recitar la shahada, profesión de fe musulmana por la que juran «no hay más Dios que Alá y Mahoma su profeta» antes de convertirse al islam. «Se les pidió renunciar a su fe cristiana, uno por uno, pero se negaron, y murieron como cristianos», explica entre lágrimas un superviviente del ataque que perdió a sus sobrinos, en un testimonio recogido por el diario local Al Youm7.

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