sábado, 10 de junio de 2017

AL HILO DEL ENCUENTRO DE CATEQUISTAS


      PONIENDO LOS CIMIENTOS
Hoy, 10 de Junio,  todos los catequistas de nuestra isla de Gran Canaria están convocados a un encuentro festivo-reflexivo como fin de curso, con nuestro obispo y todos los que deseen asistir.
 No quiero resistirme a hacer una breve reflexión del papel y de la importancia que significa para nuestra iglesia el número de hermanas - son mas ellas que ellos- y hermanos, que también los hay, que con alegría han asumido esta llamada del Señor en cada una de las parroquias y que son mensajeros, semana tras semana, de la Buena Noticia, no solo para los niños, sino también para los padres y me pregunto ¿ Por qué no ? ¿También para los sacerdotes?
Ellos asumen en carne viva, muchas veces por ayudar al cura, otras porque se sienten llamados , otras porque les sobra tiempo y no saben  como emplearlo - el señor llama desde distintas situaciones y momentos -, asumen, digo, la misión que Jesús pone en manos de la Iglesia. Poco a poco a muchos se les abre  una puerta que  ni habían pensado que existía: ser discípulos del Maestro, de forma activa y constante. Van descubriendo en el ejercicio de su labor  la necesidad de ponerse al día con respecto a la fe, de abrir los ojos al mundo para poder llegar a los niños de forma válida, se van dando cuenta de que la catequesis ya no es como cuando ellos la recibieron porque hoy el mundo se mueve  con parámetros distintos de cultura, fe y experiencia vital. Saben y experimentan  - casi tocan con sus manos - en el día a día, que los niños ya no son como cuando lo fueron ellos, siguen siendo niños, pero se dan dimensiones nuevas y vitales que lo cambia todo, se percatan de que los niños hoy viven situaciones muchas veces traumáticas y dolorosas; que se mueven en un mundo que por un lado quiere protegerlos, pero por el otro casi diría que los maltrata; que se abren a la vida con perspectivas de futuro  muy prometedoras, pero al mismo tiempo, si no se les sabe conducir y estar al tanto, peligrosas. El niño de libreta, lápiz  y maleta ya pasó. El niño de hoy es el del móvil,  tablet y  mochila, el que a los nueve años, ya es capaz de poner a sus padres en solfa porque  desea o no, hacer algo a lo que los progenitores  puedan oponerse o en donde perciban dificultades.
 Estos son los niños que acuden a la catequesis, por supuesto que  no hay que generalizar, pero creo que sí podemos decir de una gran mayoría. A estos niños es a los que se les intenta transmitir el anuncio y los primeros conocimientos de Jesús.   Esa es la labor que asumen nuestros catequistas
 y que lleva aparejado: oración, preparación, entrega, esfuerzo, constancia, humanidad y una interior certeza de  estar cumpliendo una labor muy especial y que no  puede sustentarse en un simple ayudar al cura o en un llenar tiempo libre; es mas honda y  trascendente, es la labor del misionero de  a pie, de el día a día, que busca cómo anunciar lo mejor posible, algo que conforma su vida, de lo que esta convencido.
Quiero reconocer, agradecer y felicitar a todos los catequistas y animarles a que sigan adelante con su labor en el seno de la Iglesia. Ellos están haciéndola  y construyéndola en el día a día y rogar a los sacerdotes y a todas las comunidades parroquiales, que sepamos acompañarles desde nuestro reconocimiento y nuestras oraciones, que nunca se sientan solos.
Gracias. 










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