sábado, 8 de octubre de 2016

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
 Luc.17,11-19
                    EL ANUNCIO Y LA PACIENCIA

Desde el texto de hoy podemos comprobar cómo Jesús también  tuvo que pasar por algo de lo que nosotros nos quejamos  y a veces, nos deja con los ánimos por los suelos.
El relato nos sitúa a Jesús andando por entre Samaría  y Galilea  en su camino a Jerusalén.  Se le acercan  diez leprosos: " Jesús, Maestro,  ten compasión de nosotros"  le gritan. Jesús les cura  de inmediato, si preámbulos y les recomienda que hagan lo que está prescrito por Moisés, solo uno se vuelve  dando gracias y alabando a Dios.


¿ No se parece  en nada esta situación que nos describe el evangelio a lo que  nosotros, a veces, experimentamos en nuestra tarea  de evangelización? Me pregunto y pregunto. 
Yo creo que si y ahí mismo, en ella, está la respuesta a esa pregunta que tantos nos hacemos para terminar por culparnos preguntándonos por lo que hemos hecho mal.
 Sabemos que no somos dechados de perfección a la hora de  llevar a cabo el anuncio, también sabemos de esfuerzo, de buena voluntad y de empeño por cercanía, de buenas obras y de mano tendida.

 Descubrimos que el mensaje, para aquellos a quienes va dirigido y a quienes se lo anunciamos, en muchas ocasiones no llega, no dice nada y no por culpa del que anuncia pues descubrimos que  la dificultad radica, en muchos casos, en quien lo recibe, bien porque no le interesa o bien porque no está o no quiere estar en la onda de Dios, pues se anda en otras cosas que impiden abrir el corazón a la Palabra.
 Por nuestra parte no se trata de que andemos buscando el placet de la gente, ( con esto hemos de tener mucho cuidado) esa no es la cuestión. La cosa radica en que de forma impaciente queremos ver frutos de inmediato, al instante y esto, hasta el mismo Jesús lo padeció y  supongo que  sería para el  una buena experiencia que propició la paciencia y la confianza en la fuerza de la Palabra de Dios.
El está con la gente,  habla, actúa y hace signos  con los que quiere ayudar o intenta ayudar, para que puedan salir hacia adelante en su situación  de  descartados ( no quiere que se sientan descartados por Dios) en la sociedad, como lo eran los leprosos en aquella época. Hoy son otras las situaciones, pero  se asimilan y bastante. 
 Y lo mismo que Jesús,  aunque nos duela esta experiencia, hemos de seguir adelante. A El también le dolió. No anunciamos la Buena Noticia del amor de Dios para triunfar, ser reconocidos o aplaudidos, sino para que Dios sea encontrado, aceptado y los hombres le puedan glorificar con su vida, en su cotidiano quehacer y el mundo sea mejor.  
¡¡Feliz día del Señor!!

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