viernes, 23 de septiembre de 2016

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO . CICLO C.
 Luc. 16,19-31


   " NI AUNQUE RESUCITE UN MUERTO"


Los fariseos son hoy el centro de atención en la parábola que Jesús nos expone. Andaban tras El para seguir acusandandole de lo mismo, de lo de siempre: Presume de hombre religioso habla de Dios como padre, pero no tiene ningún pudor en andar con publicanos y pecadores e inclusive se sienta a la mesa con ellos.



 Hay que pararle los pies a este nazareno que anda sembrando confusión,  mezclando churras con merinas, sin importarle absolutamente nada la norma y lo que  hay que cumplir en lo que al culto se refiere y el respeto que le debemos a la ley, a la norma, que tiene que ver con nuestro culto público que hemos de dar Yave y su gloria, es  impuro, blasfemo y pecador.
Ni corto ni perezoso Jesús  les habla de pobres y ricos, de hambre y hartazgo, de abundancia y necesidad, de salud y enfermedad. Todo ello lo hace con la parábola del rico que banquetea  y le sobra comida  y el pobre Lázaro que a su puerta pasa hambre y que se ve obligado a regatear a los perros las migajas que  caen al suelo. La riqueza frente a la miseria, la opulencia  y la seguridad frente la enfermedad y el abandono. ¿ Que hacer?
La propuesta de Jesús es clara y apuesta no por uno o el otro, apuesta por Dios, por la misericordia, por el corazón del Padre.

La abundancia sin compartir  endurece el corazón e inclusive nos puede llevar a pensar que los pobres, por eso, porque son pobres, han de estar a nuestro servicio, es lo que descubrimos al final de la parábola: manda a Lazaro para que avise a los mios.¡¡ Increíble !! Hasta ahí somos capaces de llegar.Tampoco apuesta por la pobreza, esta no es querida por Dios. Como decíamos mas arriba, apuesta por la misericordia, por el tu a tu, por la hermandad, por la generosidad, por lo compartido.
No dejaba  de ser un hombre religioso nuestro rico, se preocupa por los suyos, quiere la salvación para ellos  ya que el no la ha alcanzado. Ante esto, Jesús es claro, en lo que a ello se refiere  no valen ni el poder que da la riqueza, ni el prestigio, ni las recomendaciones, es algo personal que cada uno ha de  sacar adelante con  una vida digna, sin complejos y  sabiendo que la salvación no se compra, es un don que se nos da y del que debemos hacernos merecedores con nuestro comportamiento, estando atentos a las necesidades de los mas desfavorecidos, de los que  andan cerca de nosotros o a nuestra misma puerta.
En esto el corazón tiene mucho que decir, porque ya sabemos: "donde está nuestro tesoro..."
¡¡Feliz día del Señor!!



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