sábado, 13 de febrero de 2016

LA PALABRA DEL DOMINGO

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA.
 CICLO C.
Luc. 4,1-13
                                 LUGAR DE ENCUENTRO
 El texto del evangelio de hoy nos muestra la eficacia y la fuerza de la Palabra de Dios ante las tentaciones que hoy sufre el mundo y que no son nuevas, pero  como si lo fueran, tal es la fuerza que poseen. Descubrimos por Jesús que la palabra  hecha vida nuestra, apropiada desde la oración y la sinceridad, es el arma que poseemos para vencer cualquier tentación que se nos ponga por delante.


  Esta palabra de Dios no deja de ser un gesto mas de su misericordia para que  podamos resistir ante el mal que nos ofrece de todo, pero que nada  da,  sino  desconsuelo, desesperanza, humillación, soledad interior.
 Las obras de misericordia: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, nos salen al paso en este año como contrapunto de las tentaciones que Jesús  supera y que nosotros también estamos llamados a superar siendo reforzados en la vida de Dios, con su puesta en práctica.
Jesús es tentado con al pan, con el poder y con Dios, también nosotros.  Frente a esto tenemos las obras que mas arriba mencionábamos. Si compartimos, bien sea material o espiritualmente, con el que pasa hambre o sed. Si le ayudamos a cubrir su cuerpo para que pueda sentirse mas seguro de si y descubra que alguien  le ama deforma desinteresada sin ponerlo a prueba, sin que se sienta a la intemperie,  estamos en  en el camino correcto.
  El egoísmo, el poder y el pensar que podemos manipular a Dios, van desapareciendo en la medida que seamos capaces de acercarnos a la humanidad sufriente y necesitada del otro. Nuestro desierto propio se irá convirtiendo en ,primero , un oásis y luego, en un vergel.

  Siempre existirán las tentaciones, pero también tendremos siempre la palabra al alcance de la mano, en el corazón, para  descubrir y hacer  lo que Dios quiere de nosotros, en cada instante,  ante cualquier tipo de necesidad. La gran preocupación para Dios son los hombres y las mujeres que poblamos este mundo, también deben serlo para nosotros.  Es importante que queramos y siempre estemos dispuestos a aprender misericordia para ponerla en práctica con todos, como hace  el Padre. Para ello, hay que  poner en ejercicio memoria y entendimiento, corazón, voluntad y manos recordando y prácticando, lo que Jesús en este texto nos dice: "No solo de pan vive el hombre"  "No tentarás al Señor tu Dios". "Solo a El le adoraras"
    Dar de comer de Dios al hambriento. Dar de beber al sediento de Dios. Vestir de Dios al desnudo, son  tres dimensiones  misericordiosas de Dios para con todos y que puestas en práctica nos ayudarán a salir de nuestros desiertos y soledades, de nuestros fracasos y desilusiones, a sentir que nuestra vida es útil y valiosa ante el Padre, ante nosotros y ante los demás  a los que queremos servir sin rodeos ni tapujos egoístas. 

 

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