sábado, 9 de enero de 2016

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO DESPUÉS DEL SEIS DE ENERO.
  FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR.
 Luc.3,15-16.21-22

          SU VOCACIÓN ES LA NUESTRA

Con esta fiesta del Bautismo del Señor se cierra el ciclo de la Navidad y ya, el próximo domingo, volveremos al tiempo ordinario. 
Pero aún nos queda  pararnos en esta fiesta que anunciamos y celebramos: El Bautismo de Jesús  en el Jordán.
 Indicábamos la importancia de este río  en la Historia de la Salvación al inicio del Adviento, cuando Juan apareció  en sus riveras predicando la conversión, aquello de que fue cruzado por primera vez por el pueblo que venía del desierto y cómo fue puerta de entrada que atravesó el pueblo después de haber reanudado la alianza con Yave a iniciativa de Josué y como el Señor  hizo prodigios en su favor.
 Volvemos de nuevo a este río a donde, después de muchos años, vuelve el pueblo para reiniciar un camino de conversión, de vida nueva . Ahora es impulsado por la predicación de un hombre que también viene desde el desierto cuyo nombre es Juan  y que va a ceder el bastón de guía a uno que viene después que el y que es mas que el,  a alguien  que bautizará con Espíritu Santo y fuego. Crece la espectación de la gente y en un bautismo general, se produce el acontecimiento de la presencia de Jesús en medio de los que buscan a Dios porque se sienten pecadores. La ratificación viene  por parte del Espíritu con su presencia junto con  la misma voz del Padre: " Tu eres mi Hijo, el amado, el predilecto".  Así, de esta forma, se da inicio a la vida pública de Jesús  y a una nueva  era en la Historia de la Salvación, en donde ya no es un enviado de Dios, sino el mismo Dios hecho hombre, el que la llevará a su culmen. 


      En este acontecimiento podemos  considerar varias cosas: la primera,  Jesús llega como uno mas y  poniéndose en fila con los pecadores, aunque el no lo es, se hace solidario con ellos. Lo segundo, se deja bautizar por Juan - el hombre enviado por Dios, el hombre de Dios- , asumiendo toda la Historia de la Salvación hasta ese momento, la hace suya, con sus luces y sus sombras. Lo tercero, la voz del Padre que le reconoce como Hijo amado y predilecto y a quien el Espíritu Santo acompaña.
Este  es el inicio  de su vida pública  y estos los parámetros desde los que no se moverá ni un ápice.
 Hoy a nosotros, como seguidores suyos, como su iglesia, nos toca reconsiderarlo todo y atrevernos a interrogarnos por nuestras actitudes, si están en esa sintonía,  si sus  opciones son las nuestras, las que a nosotros nos mueven, de si estamos dispuestos a empezar siempre que haga falta, sin olvidar la acción que Dios ha venido haciendo a lo largo de la historia.
¡¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!! 

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