sábado, 3 de octubre de 2015

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B.
Marc.10,2-16

UNA PAPA CALIENTE

El texto del Evangelio de hoy nos pone en las manos una papa caliente que ya en tiempos de Jesús lo era: la licitud o no del divorcio.
Estamos a las puertas de que  se celebre el sínodo sobre la familia en donde saldrá a flote esta cuestión. Teólogos, cardenales, exégetas, moralistas, etc, todos  tienen un palabra que decir y algunos ya  han tomado postura sobre ello. El mismo Papa Francisco también ha hablado diciendo que hay que agilizar el tema de las nulidades matrimoniales.
 La cuestión, no es necesario decirlo,  despierta muchas opiniones y expectación por lo que puede significar de cambio o no en la  teología moral de la Iglesia y de si se es fiel al evangelio, a las palabra de Jesús, o no.
 He de confesar que  la perplejidad  no me hes ajena y  en la espera de que el Sínodo se defina, mientras tanto, hoy, he de hablar del tema en las homilías, ¿ Qué decir ? ¿ Cómo y desde donde orientar la reflexión que  mi comunidad parroquial espera y a la que tiene derecho? Ante tanta opinión me encuentro sin opinión pues sinceramente he de decir que ando mas perdido que gallo en corral ajeno.
 Una cosa si que es cierta: que el Evangelio es Palabra de Dios, así lo proclamamos y ante la espera, eso es lo que debe guiarme y ante la duda  que existe de si Jesús no  hablaba de divorcio sino de los derechos de la mujer como dicen algunos recurriendo a la exégesis o ante los parámetros de una sociedad cambiante que ya no es la de Jesús y ante la misericordia que por otro lado se nos pide,
creo que el mejor camino a tomar no es otro que esto último: hablar de la misericordia de Dios frente a  situaciones  de rompimiento que viven las parejas.
Lo que si es cierto es que el proyecto del Padre es el de la vida familiar, la vida en común y que esto hay que  elevarlo a la  categoría que  se merece. Otra cosa es que ese proyecto no se alcance y aparezca en el horizonte, como algo necesario y única salida, el rompimiento familiar.
 Lo que no podemos, creo yo, es pensar que : primero, el proyecto de Dios con respecto a la unión del hombre y a la mujer sea otro  distinto que el que conduce a la comunión y a la estabilidad de la familia y segundo, pensar que  el acceso al divorcio es la panacea que  soluciona el tema, cuando todos sabemos que no es así, sobre todo cuando hay hijos por medio.
  Por otra parte, creo que este  tema del divorcio  o no para los cristianos, es propio de la Iglesia. Por tanto hemos de ser muy cautos, porque  una cosa es lo que nos dice la sociedad y otra lo que nos dice la Iglesia apoyada en los textos de la Sagrada Escritura y en la experiencia  del Dios Trinitario y que no siempre tiene que coincidir con lo que la sociedad laica propone. Hemos de saber  que no se trata de  contemporizar, poniendo una vela a Dios y otra a la ideología reinante, sino de ser fieles a la propuesta de salvación que  desde el anuncio del Reino se nos propone.
 No obstante, no dejo de reconocer que no es un tema fácil, que necesita nuestra atención y quizá y mucho mas, nuestra oración.
Feliz día del Señor 


 
   

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