viernes, 3 de abril de 2015

Mas allá y mas acá del dolor

Hoy es Viernes Santo.

Hoy, todos los que confesamos a Jesús como el Señor, estamos mirando a lo alto, a la Cruz desde donde nos da su último testimonio de amor solidario, de reconciliación.
Hoy es un día para pararnos a pensar qué sentimientos son los que han predominado y predominan lo largo de nuestra  vida, en nuestras decisiones y en nuestras relaciones con los demás. No hay vuelta de hoja si queremos seguir al Maestro, si llevamos el nombre de sus seguidores: Cristianos. No podemos obviar este pararnos, porque es que la Cruz de Cristo es un grito ante ¿la justicia? amañada, ante el dolor causado sin motivo ni causa, ante cualquier muerte pactada, cualquier atropello, cualquier difamación, cualquier motivo que cause dolor.
Viernes Santo,Viernes de la esperanza. Día en que somos reconciliados con el Padre y desde ahí estamos llamados a reconciliar todo lo nuestro, todo lo que nos rodea, de forma que, como el romano que aparece en el texto de Marcos cuando le vio morir, todos los hombres puedan exclamar aquello de "Verdaderamente este era Hijo de Dios".
Aceptar la cruz de Cristo, que es la de todos los hombres que habitamos esta tierra nuestra tan querida y tan gratuita, pero donde también tiene su casa el dolor causado y dinamizado por nosotros. Y, somos nosotros, como hizo el mismo Reo de la Cruz, los que hemos de  mitigarlo, sanarlo, acompañarlo, sufrirlo, com-padecer-lo.
No somos  gente sin  sentimientos, ni esperanza, ni  ideales. Porque la identificación con Cristo ha llenado nuestra alforja de todos ellos, y desde ahí somos llamados a aliviar, a sanar, a acompañar, de forma que hasta los que no creen en Cristo sientan su alivio. El alivio que nosotros podemos dar y damos es el mismo alivio que hemos recibido, es el alivio del Señor: "Vengan a mi todos los que
están cansados y agobiados que yo les aliviare", "cargen con su cruz", que no es solo individual, sino de toda la humanidad, "y yo les aliviare". Vivan desde al amor, que siempre es solidario. Esto fue lo que Él hizo y que nosotros hoy contemplamos y estamos  invitados, llamados, vocacionados, a hacer.
No se trata de empapar una esponja en vinagre para calmar la sed, tampoco se trata de pensar y decir en voz alta y aireando lo que nos parece que dicen o esperan para justificar nuestra indolencia; no tenemos derecho a repartirnos sus ropas, lo que cobija, guarda y protege al que sufre, ¡no! Se trata de  descolgar de la cruz al que ha sido puesto en ella con motivos o sin ellos. Se trata de misericordia, solidaridad en el dolor a prueba de entrega y de perdón que disculpa. "Porque no saben", o no han tenido ocasión de saber, "lo que hacen".
Hoy es Viernes Santo. Día para  mirar a la Cruz y desde ella también mirar a la tierra.

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