sábado, 18 de abril de 2015

LA PALABRA DEL DOMINGO

 EN VERDAD, ¿ HEMOS VISTO AL SEÑOR ?

Para este tercer domingo de Pascua tenemos el relato de San Lucas que nos cuenta  la presencia de  Jesús en medio de los suyos al caer  la noche del primer día de la semana y después de haberse manifestado a los de Emaús que vuelven a Jerusalén  a contar a los hermanos lo que les había pasado  en el camino y sobre todo en casa, a la hora de  compartir la cena.

 El Señor Resucitado sigue convocando y liberando a los suyos, para que puedan ser testigos de la Buena Noticia  a todos los pueblos, de que Dios apuesta, apostó y apostará, por la humanidad.
 Coincidiendo con el texto de Juan encontramos que les envía a anunciar y  dar el perdón de los pecados con la fuerza del Espíritu Santo. Lucas  añade lo de las Escritura: les recuerda que  lo que ha sucedido es lo que ya han dicho los profetas. También nos dice Lucas que les abre el entendimiento para que puedan entender y  comprender.
 El texto nos  dice lo mismo que leíamos la semana pasada en San Juan, con alguna variantes. Se constata las presencia del resucitado en medio de ellos , el don del Espíritu y el envió  junto con el perdón de los pecados  y mientras en San Juan es Tomás el que  llega a tomar protagonismo ante el grupo por su  resistencia a creer, que luego  es  vencida por la presencia del Señor. El contra punto en  Lucas lo encontramos  en que son los que no estaban los que desandan el camino del  alejamiento para  compartir, a anunciar y decir que si, que el Señor ha resucitado.
 Todo gira en torno a este gran acontecimiento que se convierte,  ya para siempre, en el eje central de sus vidas y su predicación: ¡¡ El Señor ha resucitado; Jesús es el Señor !!
 Ahí es donde y desde donde, ellos encuentran el espíritu que les da  fuerza e inspiración para  iniciar el anuncio a los suyos y a todos los pueblos. Esto ya se convierte en algo imparable.
Es una y única experiencia que se produce en distintos momentos y situaciones  que les aglutina y les  lleva a  estar todos en lo mismo, a tener un mismo corazón, un mismo sentir.
Esto es lo que va a predicar la primera iglesia y lo que debemos seguir predicando nosotros.  Al igual que ellos hemos de estar dispuestos a dejar que el Espíritu  abra nuestro entendimiento para poder  ir comprendiendo las escrituras, para aprender a fiarnos del testimonio de los hermanos, para saber  compartir al Señor en comunidad y en la mesa, para dejarnos apaciguar ante el miedo  y permitir que la alegría renazca en nuestras vidas, dejando que la paz, don  del Resucitado, habite en nuestros corazones.
Feliz día del Señor. 

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