sábado, 13 de septiembre de 2014

MIL GRACIAS DERRAMANDO...

A lo largo de todo este mes de septiembre del que ya nos encontramos en su meridiano  la presencia de la Virgen María en nuestra Diócesis se hace un año mas, muy notable. Resulta que el día ocho celebramos la Virgen del Pino que además de ser patrona de la Diócesis lo es también de nuestra isla de Gran Canaria. A ella acudimos todos los canariones sabedores de que, a través de su imagen, la Virgen María, la Madre de Teror como le llamamos, es gran valedora.
 Siempre, siempre, que le hemos invocado a través de ella, en épocas de sequía, de grandes epidemias, de guerras y de hambre, nos ha socorrido. Así en unos de sus himnos le cantamos  aquello de " Bendita sea la hora que pusiste tu trono en Teror" .
  El día  quince de este mismo mes celebramos la Virgen de los Dolores que es la patrona de  Lanzarote y que también   es conocida como la Virgen de los Volcanes. Allá, en Mancha Blanca, en el municipio de Tinajo, tiene su santuario desde donde convoca a los conejeros a lo largo de todo el año y de forma especial el quince de cada mes de septiembre.
 Una copla popular canta: " La Virgen de los Dolores tiene la mano quemada  que se la quemó el volcán  cuando paraba la lava."
Coplilla nacida de la piedad popular pues cuando las grandes erupciones que cambiaron gran parte la fisonomía de las isla, los conejeros la invocaron y la lava que amenazaba con invadir el pueblo de Tinajo  y alrededores, paró justo al pie de su ermita.

 El veinte de este mismo mes la isla de Fuerteventura  viste sus galas mas hermosas en honor de la Virgen de la Peña. Lo conejeros la tienen como patrona. Es una imagen de la Virgen María que no mide mas de veinte centímetros  en alabastro y que fue hallada escondida en una roca en el sitio de Río Palma.
 
 Su devoción se remonta a la época de la estancia de los franciscanos en la isla Majorera y, concretamente, fueron Fray Juan de San torcaz quien ayudado por San Diego de Alcalá, quienes  propagaron y despertaron  la devoción de los majoreros por esta imagen pequeñita de la Virgen María que,llena de  ternura y delicadeza, reune a todos los hijos que en ella buscan consuelo y esperanza y lo hallan.

El  pino,volcán, la roca..., tres elementos que están presentes en lo que es nuestra geografía  y que a su vez a mi se me antoja como el símbolo de lo que debe ser nuestra iglesia. El pino canario es capaz de resistir al fuego y aunque éste lo queme, retoña, siempre retoña. Así, nuestra Iglesia, debe saber sobreponerse a toda adversidad y sacar  vida  de lo que pueda significar muerte. La Madre nos ayuda  en ello.

 El volcán que transforma nuestro entorno y lo que  en su día se  vivió como una desgracia  hoy es motivo de riqueza para toda la isla. Así nuestra Iglesia  ha de ver en la adversidad y el miedo que  pueda provocar lo inaudito, la riqueza de la gracia y la misericordia de Dios que no abandona a los suyos y que se muestra con generosidad como dador de vida. Vida cuya acequia es la Virgen María por quien nos vino el Salvador.
 La Peña, la roca, la fortaleza ante la adversidad, el lugar de cobijo y refugio de nuestros antepasados.

 Así, María aparece como la que  reune, guarda en su amor, da calor de vida, favorece ante la tormenta a toda la Iglesia, cuando pueda sentirse desamparada y sin cobijo. Ella es la Madre, la Madre fuerte y tierna, dulce y cercana, la que se rebajó y a quien Dios engrandeció.
 Para terminar me viene a la mente lo que ella misma dice en el Magnifica: "El poderoso ha hecho obras grandes por mi, su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en Generación". Esto y no otra cosa, es lo que pasa 
al seno de nuestra Iglesia cada vez que  llega el mes de septiembre.
 La llena de Gracia, derrama gracia y ternura para todos los que, por muy pecadores que sean, la invocan con confianza como : ¡¡Madre mía del Pino!! ¡¡ Madre mía de Volcanes!!  ¡¡Madre mía de la Peña!!  Y es que Ella, Ella...  ¡¡es Madre!!
 

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