sábado, 23 de noviembre de 2013

LA PALABRA DEL DOMINGO: FIESTA DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

 UN REINO DE VIDA, PARA LA VIDA.
Celebramos  en este fin de semana el domingo XXXIV del Tiempo Ordinario  y en el, como colofón del ciclo C , la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. El próximo domingo ya es primer domingo de Adviento e iniciamos un nuevo ciclo litúrgico, será el ciclo A. 

  Pero vamos a la fiesta que nos ocupa este domingo que, como ya hemos dicho, es la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo.
A todos los que confesamos a Jesús como el Señor y lo celebramos y estamos atentos a su palabra, esta fiesta es una fiesta hermosa que nos llena de alegría y regocijo. Es verdad, es así y en nuestras celebraciones litúrgicas lo mas probable es que cantemos aquello de "Anunciaremos tu Reino Señor..." o canto similares en los que reconocemos a Jesús como Señor, como Rey del Universo.
En mi reflexión particular esta fiesta me lleva a pensar y  tratar de ahondar en ella. Voy dándome cuenta de que lo que confesamos de Jesús no es cualquier cosa, pues en el fondo estamos diciendo que el destino de todo el universo esta en sus manos. Ahora bien, dicho esto, me pregunto por el alcance de lo que se manifiesta y confiesa y me percato de que aún siendo verdad, hay un elemento que  puede ser y de hecho lo es en muchas ocasiones, discordante y es el mismo hombre, nosotros, que en ocasiones y  debido a nuestras  decisiones egoístas, tantas veces impedimos que lo que confesamos alcance totalidad.
 Jesucristo es y seguirá siendo Rey del Universo, porque eso no depende del hombre, No es lo nuestro otorgarle realeza a Jesús, no. Lo que es propio nuestro y que no tengo tan claro que lo hagamos, es que nosotros lo aceptemos y lo vivamos como don, como  gracia destinada a recuperar y restaurar  nuestra condición, a influir en  nuestra vida, tanto personal como colectiva,  permitiendo hacer germinar, aflorar, al hombre nuevo, nuestra salvación. Digo que no tengo tan claro el que lo aceptemos así pues mirando nuestra forma de comportarnos y de actuar en muchas ocasiones, no siempre, no hay nada que tenga que ver con lo que confesamos y es que está por medio algo que ni el mismo Dios se atreve a mancillar : nuestra libertad.
Si el hombre, que es la guinda de la creación, lo que le da sentido y razón, no acoge la obra salvadora de Jesús en su vida, no deja de haber un elemento en el universo que no acepta esa realeza y esto suena a fracaso, pero no por parte de Jesús que se ha entregado total y definitivamente, sino por parte del hombre que no ha terminado de entender cual es su sitio en el universo o sí lo ha entendido, pero anda prefiriendo hacer su voluntad que en muchas ocasiones va contra el mismo.
No obstante, la obra de Jesús está culminada, está en plenitud y no depende de nosotros. Lo que sí depende de nosotros es la acogida.
Queramoslo o no, Jesús reina aunque muchos no lo acepten y  aunque no lo acepten, forman parte de  ese reinado.
Entonces una de  las cuestiones esta en formar parte de ese reinado y la otra es la aceptación que nos llevará  gozar con El, junto El, de ese reino. Existen, como acabamos de decir, otros que no lo quieren o  prefieren despreciarlo pero eso no quiere decir que no formar parte del reino pero en el grupo de aquellos que  invitados a la boda  no pudieron pasar al banquete porque no se habían procurado el traje de fiesta propio de tal acontecimiento. 
FELIZ DÍA DEL SEÑOR  

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