sábado, 19 de octubre de 2013

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C.

 ESE FIARNOS DE DIOS.
 En el texto del Evangelio de este fin de semana nos encontramos de nuevo a Jesús enseñando a los discípulos y les habla de la oración y de como perseverar en ella de forma casi tozuda y machacona.




 Lo hace con un ejemplo de la vida diaria, de lo que acontece con tanta frecuencia.
El ejemplo del juez pendenciero le sirve para dar el salto a la longanimidad de Padre Dios. Que los hombres se comporten de esa forma no quiere decir que ese sea el comportamiento del Padre, antes bien, es todo lo contrario, pero  hace falta que nosotros  sepamos esperar,  y esperar con confianza, que tiene mucho que ver con la fe. El texto termina con una pregunta, que Jesús deja flotando, para que los que le  escuchan  la respondan desde su interior y actúen en consecuencia: " Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿ encontrará este fe en la tierra?"
 Hay una certeza de que Dios hará justicia a los que claman a El. En el  ejemplo vemos como la viuda insiste, una y otra vez, que se le haga justicia hasta llegar  a ser pesada y molesta con su petición, a aquel que debe impartirla, el juez.
 Se nos invita a la perseverancia, confianza, paciencia, acudiendo a aquel que  tiene la solución  del problema en sus manos, que no deja de ser un reconocimiento de  su  cercanía y de su  poder.
Es una invitación, también, al abandono en las manos del Padre, lo cual no quiere decir que no hagamos nada y que andemos  mano sobre mano,  esperando que Dios actúe, antes al contrario, debe llevarnos  a actuar, sabiendo que el Señor hará posible  lo que  le estamos pidiendo con insistencia y por lo que estamos luchando a brazo partido.
Ante  esto,  descubrimos que   hay que buscar  el equilibrio entre la Actuación de Dios y la nuestra. No se trata de:  ya le he pedido a Dios ahora que actúe y tampoco de querer  hacerlo todo sin contar con El. El tema está en saber combinar ambas cosas y esto, que parece una tontería y por todos sabida, es una de las claves de de nuestra vida  de fe, de  nuestra paz interior, porque  en el fondo es ponerse en las manos del Padre. En el fondo es el " se de quien me fiado" , que nos dice San Pablo y que hará justicia a su tiempo, ni antes ni después.
FELIZ DÍA DEL SEÑOR 

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