domingo, 15 de septiembre de 2013

QUINCE DE SEPTIEMBRE: NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

 ALGO A LO QUE NO PODEMOS ESCAPAR.
Hoy es quince de septiembre y es la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, una advocación mas de la Virgen María que nos transporta a  los últimos días de Jesús entre nosotros y de forma muy especial a los pies de la Cruz.
 Desde esta fiesta y contemplando cualquier imagen de una dolorosa  nos transportamos a la causa de tanto dolor y descubrimos la entrega de Jesús.
Ya sabemos que hay imágenes de la Virgen María en su dolor para todos los gustos y que unas nos inspiran mas devoción que otras, pero todas están remitiendo a aquel momento y no deja de ser un reclamo y un interrogante  ante  nuestro propio dolor o sufrimiento.
Por ella y desde ella descubrimos fundamentalmente dos cosas:1a: La fe no es un una coraza que nos preserva del dolor, 2a: Cuando el dolor se vive desde la fe se convierte en redentor, tanto para nosotros como para los demás.
No es que los cristianos debamos buscar el dolor, no, nos somos masoquistas, ni porque suframos vamos a ser mas cristianos, todo va a depender de como nos pongamos ante el. Hemos de  tener claro que mas tarde o mas temprano, a todos nos llega. Antes o después hemos de pasar por ese crisol que purifica, redime y nos hace mas pacientes ante la vida y en la relación con los otros, mas comprensivos.
 Siempre he oído a los mayores que de dolor no se muere nadie y es verdad. La muerte, el desgarrón, es interior y ahí si que  han de morir muchas cosas, como pueden ser la soberbia, el orgullo, el creernos que  manejamos todos los hilos de nuestra existencia, en una palabra, nos hace mas humildes y cuando se es creyente y se vive desde la fe, esto transforma  y purifica.
 Es verdad que en muchas ocasiones se observa lo contrario en personas devotas, que se confiesan creyentes y a cuyas puertas el dolor llama por la perdida de un ser querido o similar, no lo aceptan y se  revelan contra Dios, se preguntan por su existencia  o le echan en cara el no haberle escuchado en sus oraciones y promesas. Esto no deja ser  en el  hondón, una forma de purificar la fe y una oportunidad de cambiar nuestra idea sobre Dios  y sobre nosotros mismos.
¿Estar preparados ante el dolor? Claro que sí, porque es que nunca nos creemos que a nosotros nos puede llegar, que no nos va a tocar y no es verdad, va a llegar y va a llegar cuando menos lo esperamos. Ahora bien, el dolor físico lo podemos superar pues ya se encarga la medicina y sus profesionales de ello, pero hay otro dolor, el de dentro, el del alma, como solemos decir, para ese no hay  otra medicina que lo alivie mas que el de la humildad, la aceptación y la paciencia. Para los creyentes todas estas herramientas se deben convertir en signo de conversión y salvación porque han de  llevarle al abandono en las manos de Padre Dios. El es  el que posee la única medicina  que nos puede aliviar y consolar: la paz del Espíritu. 


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