sábado, 14 de septiembre de 2013

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO.CICLOC.

 LAS ALEGRÍAS DE DIOS.
 
En el texto de hoy vemos cómo  Jesús es acusado de  acoger a los pecadores y comer con ellos.
 Jesús,  que  está en lo que está, se da cuenta y les envía un mensaje con dos parábolas que no tienen desperdicio y que hablan de misericordia y de perdón, del amor del Padre para con todos y de su empeño de que todos sean recuperados.

 La primera parábola es la del "buen pastor" que viendo que le falta una oveja  sale a buscarla, no para hasta dar con ella y comparte la alegría con los amigos y vecinos. La otra parábola es la de la mujer que pierde una moneda de las diez que tiene  y pone la casa patas arriba y no para hasta que la encuentra. Esta es la forma que tiene Jesús de hablar del amor de Dios que se ofrece a todo hombre y  de su  búsqueda del que anda extraviado. Ese no parar ante nada ni ante nadie y esa alegría compartida,es lo que  hace El mismo y lo hace en nombre de aquel que le envía, por eso, decimos que revela el rostro y corazón de Dios  y esa  es  y no puede ser otra, la misión de la iglesia, de los seguidores de Cristo, de los que nos llamamos cristianos y no hay vuelta de hoja.
Además, podemos observar cómo Jesús habla  con el lenguaje de la gente, de lo que la gente maneja todos los días: las ovejas, los quehaceres de la casa, las preocupaciones, los trajines cotidianos, los vecinos y las alegrías que parecen tonterías pero que van completando la vida de las personas. De esa forma acerca el Reino de Dios a todo el que le escucha, es algo que esta en la vida y que tiene que ver con la vida, el algo que todos podemos percibir. Todo ello entra dentro de la lógica de Nazaret, es decir, de la Encarnación. Dios se mezcla en la vida cotidiana de los hombres, se hace uno mas, se hace , digamos que pueblerino, para estar cerca. Jesús sigue esa línea a la hora de hablar del Reino de Dios, de sus sentimientos, de su cercanía. Desde ahí se anuncia el perdón, el encuentro, la necesidad de búsqueda, la alegría compartida, en definitiva, la vida.
hay un grupo que critica todo esto porque es que aún estando muy relacionados con la Palabra y la  Historia de la Salvación, no han entendido, o no quieren entender, ni a los profetas, ni a la ley y mucho menos a Jesús y es que se quedan en lo externo y no van al hondón de los que se habla y significa. Son, en el fondo, incrédulos que no se fían de Dios ni de su palabra y por tanto no esperan nada, no pueden esperar nada. Se cierran a la novedad del Dios Creador que sigue actuando en el mundo, le niegan esa posibilidad, es una forma nueva de volver al becerro de oro que teniendo ojos no ve, teniendo oídos no oye y no tiene corazón ni entrañas de misericordia. En una palabra: son gente que  no les duele la oveja extraviada  ni les  preocupa la moneda perdida porque  lo tienen todo y piensan que ni el mismo Dios les falta.
Creo que es una buena lección para nosotros el texto de hoy porque hay para todos, para los que no quieren entender su forma de comportarse y de manifestar el Amor de Dios y para los que  andan por caminos equivocados. En una palabra, es una oferta bastante amplia que abarca toda actitud que no esté en la linea del perdón, del encuentro, de la  juventud de Dios, los unos por pasarse pensando que no lo necesitan y los otros por quedarse cortos pensando que nos son merecedores de ello.
 Jesús pone las cosas en su sitio y da la medicina a uno y otros. Ahora es necesario que nosotros nos demos cuenta donde estamos y nos dejemos curar por el Maestro y así poder empezar  una vida nueva y diferente desde la propuesta, enraizada en lo cotidiano, del Reino de Dios, de su presencia en el mundo y en la vida de cada día. Ahí, nos dice Jesús, está la alegría de Dios.
Feliz día del Señor
 

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