sábado, 31 de agosto de 2013

LA PALABRA DEL DOMINGO

"HAZ BIEN Y NO MIRES A QUIEN"
 El texto que nos llega para reflexionar en este fin de semana nos dice que fue Jesús en sábado, a casa de un fariseo principal para comer y que ellos  le espiaban.
 

 Por lo que leemos  Jesús no  se contiene y habla recomendando y enseñando. Es sábado, es el día del Señor y sabe que le han tendido una trampa. Pero el no se deja achantar por lo que observa y ve y aprovecha el día y la ocasión para hablar de lo que el Señor quiere y espera de ellos.
 No puede dejar escapar la ocasión de hacer a los que tiene a su alrededor y al propio que le invito,  una reflexión que tiene mucho que ver  con lo que ellos saben y predican: acoger al pobre, al necesitado, al huérfano y a la viuda.( Todo eso está en la línea de los profetas)
 Debió sentarles a cuerno quemado, pues para una vez que se toman un relax y se reunen  junto a la mesa, este Jesús, que además es invitado y  que suele saltarse todo a la torera, pues va y lo hace una vez mas y resultó que el que  era espiado se convierte  en maestro que nos recuerda  cositas que no son muy ortodoxas, pues los pobres y los escluidos suelen ser gente inpura  que no son agradables a los ojos de Dios. ¡Que locura! Da normas a los que pensaban que ya no tenían nada que aprender. Menudo fracaso resulto  la comidita en cuestión, primero para el que le invitó  y segundo para los curiosos y expectantes que acudieron para ver como se las apañaba y salía de la encerrona este nazareno, que dicen enseña algo nuevo y está poniendo en solfa todo lo que nosotros  hemos hecho desde siempre.
 Chafó la comida y sus intenciones, con su discursito de marras, pensarian..
 Pero, ¿Que esperaban? ¿Quiza una alabanza, un comportamiento que manteniendo aparentemente su integridad de pensamiento fuera complice de lo que  no hacen pero que sí predican? Pues se equivocaron, porque no se dejo ganar por una mesa bien servida, ni por el halago, ni tampoco se dejó intimidar porque le miraran de reojo esperando a ver por donde salía el nazareno que va de maestro.
Se muestra sincero y transparente, no hay doblez en su actitud y en sus palabra, no baila el agua a nadie ni ante nada, dice lo que piensa movido por una sola razón: que estos, que están sentados alrededor de la mesa, descubran su doble vida y su utilizar a Dios en favor de sus intereses y en detrimento de la fe del pueblo y sean antorchas de misericordia ante las necesidades de los demás.
 No se trata de ir de comida en comida con los amigos, que no está mal, pero sin olvidar lo otro. Piensen que el Reino de Dios se hará realidad, no desde cenas con los amigos, que nos devuelven la invitación y punto. No. Hay que invitar a los que no pueden devolver la invitación y esa obra de misericordia, además de aliviar el estomago de los comensales, te va abriendo a la vida, te va ayudando a descubrir la solidaridad, a hacer realidad el mandamiento segundo que es tan importante como el primero. Y eso. Eso no se puede obviar y menos pensar que los otros no son merecedores de sentarse a nuestra mesa.
Es así como todos se sentirán acogidos y queridos. Es así como se establece la posibilidad de sentirse  hijos de un mismo Padre aunque se corra el riesgo de que  los beneficiarios de esta acción  nunca lleguen a experimentarlo, bien porque no quieren o porque solo les preocupe llenar la panza o salir del paso. Eso ya es problema de ellos, no del que tiene posibilidades e invita sabiendo por qué invita.
Hay algo claro, que los que son invitados no podrán decir que no se les ha dado la oportunidad de descubrir a Dios en su vida.. Otra cosa es  como vivencien esta  acción de generosidad solidaria para con ellos. Eso, es cosa de ellos. Podrán inclusive, negarlo, pero la realidad siempre será que  se les tendió la mano.

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