domingo, 18 de agosto de 2013

 AHORA HA SIDO EN UNA PLAYA SICILIA
 De todas las noticias que  a lo largo de esta semana se nos han ido ofreciendo en prensa y hemos oído o visto en televisión, hay una que me emociona y me hace pensar que no todo está perdido, que hay un fuerte rayo de esperanza enmarcado en la solidaridad y que me permite a pensar que  la gente sencilla sabe lo que quiere y a quien quiere.
 Me refiero a la ayuda que recibieron los inmigrantes sirios cuando se acercaron en patera a una de las playas de Sicilia y cómo los veraneantes que estaban en ella, sin dudarlo, se echaron al mar para ayudarles a llegar a la orilla.
 Hermoso gesto que diginifica y llena de esperanza  y viene como  una buena racha de aire fresco ante todo lo que se nos esta diciendo en este verano: una larga retahíla de descalabros en donde el que mas sufre, siempre es el que mas sufre, ya no es sólo el indigente, sino tambien el ciudadano de calle, hombre o mujer, padres, abuelo, etc.
 Algo similar  sucedió en Santiago de Compostela el veinte y cuatro del mes de Julio, la gente no lo dudó un instante y se lanzaron en ayuda sin pensar "pros o contras" , porque los que estaban allí eran personas y sufrían. Ahora  ha pasado en Sicilia.
 Bien, muy bien por los hombres y mujeres que no se dejan robar lo que hay de humano y sencillo en sus corazones. Bien, porque ante tanto acoso, tanto derribo, tanto dolor producido por intereses espúreos y el egoísmo de unos pocos, estos gestos nos demuestran  que la humanidad, la persona,  tiene una gran fuerza interior para  ponerse en pie y luchar por aquello que la dignifica: ser solidaria, tener corazón, arriesgar por el que está en la necesidad.
 Así, y desde ahí, se dan pasos. Se puede salir adelante.


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