sábado, 3 de agosto de 2013

DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

 EL NEGOCIO DE NUESTRA VIDA

Entramos en el domingo XVIII del Tiempo Ordinario de la mano del Evangelista San Lucas que nos lleva hasta un encuentro que tiene  Jesús  con la gente y en donde uno de los del público le pide que  intervenga en un problema que tiene con su hermano que por lo visto le está queriendo dejar sin su herencia.


 Jesús, por supuesto, rechaza  lo que se le pide  diciendo que el no ha sido nombrado juez en ese tema, por tanto, no va a intervenir, pero si aprovecha para hacer una buena reflexión con respecto al tema del dinero y de las poseciones,  que no tiene desperdicio y que  aún hoy a nosotros nos puede dejar boquiabiertos. 
Empieza por llamarlo por su nombre : codicia.
Ante el afán de desmesurado de poseer hace una propuesta: No hagas, le esta diciendo a este hombre, lo mismo que tu hermano está haciendo contigo, porque es que te estas poniendo a su misma altura. Es decir, tu harías lo mismo si se presenta la ocasión
Y viene la parábola de aquel que  era rico  y que tuvo además una gran cosecha. Claro, desde la lógica de este hombre, lo que pensaba era normal: almacenaré, guardaré y ya no tengo que preocuparme  mas por mi subsistencia y me dedicaré a los placeres y a la buena vida.
La moraleja es que no se da cuenta  de que la vida, no depende de  que tenga mucho o poco. La vida va por otros derroteros, la vida no es de su propiedad para  poder alargarla o acortarla a su antojo. La vida es de todos y no es de nadie, la vida es un don de Dios, no es de el , la vida  puede en cualquier momento llegar a su fin y, entonces,  ¿qué?   No va a poder llevarse nada, todo quedara aquí, ni lo uno ni lo otro. Ni riquezas ni vida de Dios, solo la tristeza de haberlo perdido  y haber perdido el tiempo.
 Por tanto, concluye Jesús : " Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios". 
Menuda lección se llevo nuestro buen hombre que venia buscando justicia acusando a su hermano de que no quería darle lo que por lo visto le pertenecía.
A nosotros, por tanto, se nos plantea la pregunta de nuestra riqueza ¿ Cual  debe ser?    La vida terrena y la subsistencia nos debe preocupar, claro que si, pero no hasta el extremo que  anule  nuestra relación con Dios, porque sabemos , y bien que lo sabemos, que nuestra vida es pasajera y que  en un abrir y cerrar de ojos todo lo que hemos acumulado con tanto esfuerzo y trabajo lo hemos de dejar a los demás.
Corremos el gran riesgo de, por querer acumular riquezas, perdamos la gran riqueza de la vida porque la hemos agotado  tratando de amontonar bienes que nos restan posibilidades de vida, que es  realmente lo que nos debe preocupar.
Se trata  de ser ricos ante Dios y no sólo ante los hombres  
¿ Como llegamos a  ello, ?   Ya lo sabemos. Con  buenas obras: La caridad, la piedad, la transparencia,  la sinceridad, la solidaridad, etc, etc. Eso que está tan al alcance de nuestra mano y que , una veces por descuido, otras por simple abandono o por intereses secretos, hemos  dejado en el baúl de nuestro desván esperando mejores tiempos, que pueden  llegar o no.
Como dice el saber popular y que se aplica mucho al tema de la economía : " mas vale pájaro en mano que ciento volando" . En nuestro caso,  hemos de aplicarlo a la economía de la vida eterna. Este si  que  es un negocio que tenemos entre manos y que no terminamos de entender ni de creérnoslo del todo y mucho menos de tomárnoslo en serio.
 Pues, la propuesta de Jesús hoy , va por ahí.
Feliz día del Señor.

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