sábado, 16 de febrero de 2013

DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA. CICLO C

 LAS TENTACIONES DE SIEMPRE
 Entramos en el primer domingo de la Cuaresma con Jesús dejándose guiar por el Espíritu Santo que lo lleva al desierto donde permanece cuarenta días en ayuno y oración. Nos dice el texto que el final sintió hambre. El diablo, el mentiroso, aprovecha la ocasión de la necesidad de Jesús para tratar de disuadirle, con mentiras, de su proyecto de ser fiel a la misión que el Padre le ha encomendado.

  Empieza por la lisonja: Piensa primero en ti  y luego ya pensarás en los demás. Utiliza los dones que te han sido dados para tu provecho que luego  ya tendrás ocasión de ayudar a los necesitados.
No es capaz de convencerle y le lleva a un monte alto ofreciéndole todos los reinos del mundo y con ellos, poder, fama, gloria, dinero, bienestar... Pero,  eso sí, esto ya tiene un precio: si me adoras te lo daré todo. Debes olvidarte del Padre y tenerme a mi como tu único norte y guía. Tampoco consigue nada el mentiroso, porque los reinos no son de el, ni tiene la última palabra sobre el destino de los  pueblos.
Ya solo le queda el chantaje  espiritual: "Si eres Hijo de Dios", tírate de aquí abajo porque está escrito que el enviará a los ángeles en tu socorro. Se conoce la escritura el muy ladino pues le provoca con un salmo.
Ante todo esto las respuestas van siendo adecuadas a las propuestas y siempre desde la Palabra de Dios. No en vano el Espíritu estaba con el.
Estas tentaciones va a acompañar  a Jesús a lo largo de su vida, hasta la cruz y también acompañan al hombre hoy. 
En Jesús tenemos el  modo de vencerlas y las herramientas: ABIERTOS AL ESPÍRITU SANTO, CON LA ORACIÓN,  EL AYUNO Y LA PALABRA DE DIOS.
A destacar la sutileza de cada una de ellas, y vemos como, al que va a ser el pan, que se reparte y se entrega y calma toda hambre, el pan que da la vida, se le propone pensar solo en su vida,  en su pan.
 Al que ya a inaugurado y es la presencia del Reino de Dios para los hombres se le ofrece, con mentiras,  todos los reinos del mundo a cambio de ser despojado del Reino del Padre en su corazón.
Al que es obediente al Padre, se le indica que obligue al Padre a obedecerle, que sea una marioneta de su voluntad, para alcanzar fama y prestigio. 
   Y así hoy, también la Iglesia es tentada a pensar en su pan y a no compartir un pan que le ha sido dado para que lo reparta y comparta con los hambrientos, con los que  necesitan  alimentarse de el, con los que le buscan en el desierto de sus vidas.
  Y también es tentada a  creerse que es ella el Reino de Dios, cuando en realidad su misión no es otra mas que anunciarlo, hacerlo posible. La iglesia no es el Reino de Dios, es su anunciadora  entre los hombres y esto debe tenerlo bien clarito.
  Y por último, la tentación de utilizar a Dios, lo sagrado, para  asombrar  a la gente, a los pueblos, cuando es así que  Dios no es de ella, no es su propiedad. Es ella quien es propiedad de Dios y a quien ha de servir, con verdad y transparencia,  acercándolo a los hombres y no y nunca, desde el miedo ni la aparatosidad y mucho menos desde el espectáculo ramplón y chabacano que busca fama,  pero que no provoca ninguna posibilidad en el corazón del hombre de encontrarse con Dios.
Son las tres tentaciones que acompañaron a Jesús a lo largo de toda su vida. Son las  tentaciones que acompan a todo hombre y por ende a la Iglesia, en el caminar hacia la casa del Padre  y  creo que hemos de  tener  claro  que si el demonio se atrevió con Jesús, aunque no consiguió nada, hará lo mismo con nosotros. Tampoco de nosotros debe conseguir nada y para que  esto sea así  ahí tenemos  las herramientas que el Señor utilizo y que están también a nuestro alcance: EL ESPÍRITU, EL AYUNO, LA ORACIÓN Y LA PALABRA.
Feliz día del Señor.          





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