sábado, 2 de febrero de 2013

DOMINGO CUARTO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

 LA NOVEDAD DE DIOS
Terminamos de leer, en este domingo cuarto del tiempo ordinario, el capitulo cuatro del Evangelio de san Lucas que el domingo anterior dejamos  en la manifestación que hace Jesús en la sinagoga de su pueblo, en medio de su gente: Yo soy de quien habla el profeta. 



Todos le admiran, le expresan su aprobación. Pero, siempre hay un pero, terminan pidiéndole una señal de que eso que acaba de decir es verdad, porque es que eres el  hijo de José. Jesús dándose cuenta de por donde van los tiros y adivinando sus intenciones les reprocha su desconfianza y les pone dos ejemplos que a ellos les enerva, porque les habla de dos paganos que se fiaron de la palabra del hombre de Dios : la viuda de Sarepta y Naamán el sirio.
Viéndose descubiertos montan en ira y todo termina como el rosario de la aurora, hasta el extremo que  están dispuestos a despeñarle risco abajo. Esto es en breve síntesis lo que vamos a escuchar.
¿ Podemos decir que Jesús es muy exigente con los suyos?  El solo les recuerda que son el pueblo de Dios y deben recordar que Dios actúa en la vida concreta. Jesús no calla ante su increencia y desconfianza, les reprocha que en el fondo no se fían de Dios ni de su palabra. Les dice de forma bien clarita que en el fondo son incrédulos y que la fe, que dicen profesar, no pasa de la superficien, no determina la existencia. Le están negando a Dios la posibilidad de actuar la salvación con esta resistencia a la palabra. No dejan que la profecía  encuentre cumplimiento.
 Esto en Nazaret, en donde ya alguien, hace unos treinta años, fue obediente a la palabra, se fió y se puso en camino. Donde alguien, poniendo su vida en las manos de Dios, posibilitó que ahora mismo, el pueda estar ante ellos. No solo me refiero a María. José, el hombre justo, también tuvo mucho que ver en todo ellos, arropando, cuidando, aceptando y  modificando sus planes y proyectos, no sin sufrimientos, para que Jesús pudiera crecer con dignidad. Solo tenían su humanidad y la palabra de Dios, lo mismo que ellos están teniendo ahora. Eso si, se fiaron en todo aunque no dejó de costarles y hubieron de buscar razones a la aparente sin razón de lo que se les proponía, en la sola fe, en la sola confianza. Tenían su corazón puesto en Dios y por esto, todo lo prometido esta siendo posible de forma sencilla, cercana y tremendamente humana: Dios está en medio de nosotros. Dios camina con nosotros. Dios se ha identificado con nosotros hasta el extremo de  que ya es uno de los nuestros. Esto suena escandaloso, blasfemo o por lo menos, inaceptable. No habían entendido nada de los profetas y de las escrituras. Por ahí anda el reproche de Jesús dicho de forma tan pedagógica y transparente y con el que les invita a fiarse, a rebuscar dentro de ellos mismos, a desmitificar a Dios, a sacarle fuera de los parámetros o casillas en que ellos le tenía prisionero. Supone un derrumbe de estructuras que hasta ahora han podido ser válidas, pero que ya han dejado de serlo. Supone una conversión, una apertura total del corazón, un cambio radical de vida al que no siempre  y todos, estamos dispuestos, porque nos atenaza el miedo  o porque es mas cómodo seguir con lo que estamos y con lo que nosotros hemos montado y en donde, Dios, es alguien al que le permitimos que este ahí,  en su cielo, porque además nos viene muy bien, pero sin que se pase de los limites, sin que nos venga a complicar la vida. Un Dios domesticado al que le hemos puesto unas fronteras bien precisas y claras:  ¡¡¡De ahí no se pasa!!!   Y... Jesús viene rompiendo con todo ello.
Tendríamos que preguntarnos si este nuevo pueblo que somos nosotros, la Iglesia, no estaremos  en  los mismos esquemas que manifestaron los paisanos de Jesús en la sinagoga de Nazaret.
 FELIZ DÍA DEL SEÑOR. 

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